Alergia a la picadura de pulga en perros
Algunos perros pueden ser alérgicos a la saliva de las pulgas y presentar una reacción grave ante su picadura. ¡Prótegelo de los parásitos!
Este problema está bastante extendido entre los perros. Además, en ocasiones puede suponer un gran problema si nuestra mascota es muy alérgica a la picadura o a la saliva de las pulgas. En este caso, lo que tenemos que hacer es protegerlo adecuadamente. Para ello, encontraremos diferentes métodos:
Collar antipulgas. Es muy fácil de poner y no supone mayor problema. El único inconveniente puede ser que en zonas de la cornisa cantábrica, puede resultar muy difícil controlar a las pulgas o casi imposible, ya que el clima ideal para la pulga es de temperaturas medias.
Pipetas. En esas zonas de España suelen ser muy abundantes las plagas de pulgas, sobre todo a finales y en los primeros meses de verano. En estos casos, muchos veterinarios recomiendan las pipetas como un apoyo importante para el control de pulgas. Estas pipetas vienen perfectamente dosificadas para cada tamaño de perro. Por normal general, todas las pipetas hay que aplicarlas en zonas dónde los perros no puedan lamerse o tocarse.
Productos orales. También existen otros productos para ser administrados oralmente. Algunos son adulticidas: matan las pulgas que están encima del animal. Otros en cambio, ayudan a que las pulgas no se reproduzcan.
Si nuestro perro se rasca mucho, llévalo al veterinario y que le hagan un test de alergia a la saliva de la pulga. Este test se puede hacer mediante una prueba en la piel o mediante un análisis de orina. Si el test fuera positivo, habría que tratarlo durante todo el año con los diferentes métodos que hemos visto, ya que si no podría ser nefasto para este tipo de perros.
El moquillo
El moquillo, o distemper canino, es una de las enfermedades contagiosas más extendidas y peligrosas para los perros.
El moquillo tiene efectos en al aparato digestivo y el aparato respiratorio de los perros. En casos avanzados, también puede afectar al sistema nervioso.
El moquillo es causado por un virus de la familia paramixoviridae, similar al del sarampión humano. Este virus también afecta a los otros cánidos (perro salvaje australiano, coyote, chacal, zorro, lobo), los mustélidos (comadreja, zorrillo, hurón, tejón, armiño, nutria, marta) y los prociónidos (kinkajoú, coatí, panda rojo, mapache, bassaricus). Recientemente se ha descubierto que algunos grandes felinos (leopardos y leones) también pueden ser afectados por el virus del moquillo canino. La enfermedad no se transmite a los humanos.
Transmisión de la enfermedad
El moquillo se transmite por vía aérea. El contagio ocurre cuando un animal sano entra en contacto con partículas virales que están en el aire en forma de aerosol. Por supuesto, un animal enfermo tiene que estar presente, o haber estado, en la zona de contagio. Cualquier perro corre riesgo de contraer moquillo. Sin embargo, los perros que corren mayor riesgo son los que no han sido vacunados contra la enfermedad y los cachorros de menos de cuatro meses. Los cachorros pueden estar protegidos por la inmunidad que les ofrece la leche materna (si es que la madre está vacunada), pero no se deben ignorar las precauciones.
Síntomas y diagnóstico
El primer síntoma del moquillo es una secreción acuosa o con pus en los ojos. En etapas posteriores, fiebre, secreción nasal, tos, letargo, falta de apetito, vómitos y diarrea. En algunos casos, un engrosamiento de la planta de las almohadillas de las patas. En estados avanzados de la enfermedad puede verse comprometido el sistema nervioso del perro. Así, pueden producirse convulsiones, espasmos o parálisis (parcial o completa). La mayoría de los perros que contraen moquillo mueren. Aquéllos que sobreviven a la enfermedad suelen presentar trastornos de comportamiento causados por el daño ocasionado al sistema nervioso. Puede ser difícil detectar el moquillo en sus primeras etapas, ya que los síntomas no siempre son muy evidentes. Podría ser que el perro parezca un poco cansado, y uno piense que es porque realizó alguna actividad física o porque hace mucho calor. En caso de duda, debes llevar a tu perro al veterinario inmediatamente.
Erliquiosis
Las garrapatas provocan diferentes enfermedades en los perros, como la Erliquiosis Canina, una enfermedad infecciosa grave que ataca a perros, causada por bacterias del genero Ehrlichia, siendo la principal la Ehrlichia canis. En raras ocasiones afecta a gatos o humanos, aunque no es imposible.
La enfermedad aparece sobre todo en verano, ya que las garrapatas aman el calor y la humedad para su reproducción. Si tu perro está apático, triste y con comportamiento sospechoso, presta atención.
La enfermedad se transmite de un perro contaminado a un perro sano a través de las garrapatas. El parasito afectará a los glóbulos blancos de la sangre, las células defensivas del organismo del perro. Los síntomas de la erliquiosis canina se presentan en tres fases distintas, dependiendo de la reacción del organismo del perro a la infección:
La fase aguda es cuando el perro tiene fiebre, falta de apetito, pérdida de peso, sangrado nasal, sangrado urinario, vómitos, manchas rojas en la piel, dificultad respiratoria y tristeza. Síntomas que aparecen entre 1 y 3 semanas después de la infección. Es posible que aún tenga garrapatas y pueda transmitir la enfermedad.
La fase clínica dura de 6 a 10 semanas. El perro no demuestra ningún síntoma clínico, solamente alteraciones en los exámenes de sangre. En algunos casos puede presentar hinchazón en las patas, pérdida de apetito, mucosas pálidas, sangrados, ceguera. En caso de que el sistema defensivo del animal no sea capaz de eliminar la bacteria, podrá desarrollar la fase crónica de la enfermedad.
La fase crónica tiene síntomas más fáciles de detectar como pérdida de peso, abdomen sensible y dolorido, aumento del bazo e hígado, depresión, pequeñas hemorragias, edemas en los miembros y facilidad de contraer otras infecciones. Si el sistema de defensa del animal no es capaz de eliminar la bacteria, se desarrollará esta fase. La enfermedad asume características de enfermedad autoinmune y puede comprometer el sistema inmunológico. El perro presenta los mismos síntomas de la fase clínica, además de neumonía, diarreas, problemas de piel.
La presencia de la garrapata es relevante para confirmar que tu perro tiene la enfermedad. EL diagnostico deberá ser dado por el veterinario, que hará pruebas de sangres y tests para detectar la erliquiosis canina. El tratamiento de la erliquiosis canina puede ser realizado en cualquier etapa. Se usan medicamentos, sobre todo antibióticos. Algunas veces hay necesidad de suero o transfusión de sangre, dependiendo del estado del perro. De su estado también dependerá el tiempo del tratamiento, que puede ser de 21 días hasta 8 semanas.
Leucemia felina (FeLV)
Este virus está muy extendido entre los gatos de todo el mundo y en los ejemplares infectados persistentemente por él origina una grave depresión del sistema inmunitario. Un retraso en el crecimiento y el cáncer son dos de las muchas alteraciones causadas por este virus, que es incurable y puede provocar la muerte.
La vacunación previene la infección persistente y la enfermedad. Cualquier gato puede ser infectado por el virus, pero el riesgo de infección varía muchísimo dependiendo de la edad, los hábitos, el estado de salud general y el entorno en el que vive. El virus no infecta a otros animales domésticos ni a las personas. El FeLV puede transmitirse por el acicalamiento mutuo (incluido el de la madre a los gatitos) o a través de heridas causadas por mordeduras. El virus está presente en los líquidos corporales, especialmente en la saliva y en la orina y las heces. El virus no sobrevive fuera del cuerpo del gato, de modo que suele ser imprescindible un estrecho contacto entre el animal infectado y el sano para su transmisión. El virus también puede ser transmitido por la madre a los gatitos durante la gestación y, después de nacer, a través de su leche. Una vez que el animal ha resultado infectado, el virus se multiplica en el torrente sanguíneo. Durante esta fase inicial el gato puede vencer la infección y acabar con el virus, incluso sin manifestar síntoma alguno. Sin embargo, en algunos gatos el sistema inmunitario no puede erradicar el virus, y estos animales quedan infectados persistentemente durante el resto de la vida. Enferman y acaban muriendo meses o años después de sufrir la infección inicial.
La infección persistente por el FeLV puede propiciar la aparición de un gran número de enfermedades y alteraciones crónicas. Las más habituales se describen a continuación:
Fiebre y letargo Pérdida de apetito
Adelgazamiento paulatino
Deterioro del pelaje Inflamación de los ganglios linfáticos
Lenta recuperación de enfermedades corrientes
Anemia; se presenta en alrededor del 25% de los casos y se manifiesta, entre otros, por palidez de las encías y otras mucosas.
Infecciones de la piel o de las vías respiratorias superiores
Signos gastrointestinales
El parvovirus
Esta enfermedad, también llamada parvoriosis canina es una enfermedad muy común en los perros y de la que apenas tenemos información. Si se desconocen los síntomas, estos pueden llevarnos a un diagnóstico equivocado y confundirla con una infección gastrointestinal común.
Esta enfermedad viral puede ser muy grave en perros adultos y mortal en cachorros, ya que durante los primeros meses de vida de tu mascota su sistema inmunológico es débil y, por tanto, son más susceptibles a coger infecciones.
La parvoriosis canina es una enfermedad infecciosa grave producida por un virus de tipo 2, llamado virus del parvo, y que afecta al sistema gastrointestinal, a los glóbulos rojos de la sangre y, en los casos más graves o en cachorros, puede llegar a atacar al músculo cardíaco. Hace muy pocos años que se detectó esta enfermedad y, por ello, hay tan poca información y las probabilidades de supervivencia son tan bajas. El 80% de los perros han estado en contacto con este virus porque se transmite, sobre todo, a través de las heces infectadas. Es muy importante desinfectar correctamente el suelo contaminado que ha estado en contacto con la materia fecal infectada, puesto que el virus del parvo es altamente resistente y puede permanecer durante meses en suelo y objetos contaminados. La mayoría de detergentes y desinfectantes no son suficientes para eliminarlo, los productos más eficaces son el cloro y el agua lavandina.
Para saber si tu perro tiene parvoriosis canina, debes conocer cómo se transmite la enfermedad. El parvovirus canino ataca, sobre todo, a cachorros de menos de 6 meses, perros adultos o mayores y perros sin vacunar ni desparasitar. Es imprescindible desparasitar a nuestros perros y ponerles las vacunas necesarias para evitar este tipo de enfermedades. Otros factores que ayudan al desarrollo de esta enfermedad pueden ser el estrés, parásitos intestinales, hacinamiento o el bajo estado de ánimo. Razas como el pastor alemán, doberman, pittbull o rottwailer son más vulnerables que el resto a sufrir la enfermedad del parvo.
La parvoriosis canina es altamente contagiosa, evoluciona a gran velocidad y se transmite por vía oral, mediante el contacto con heces infectadas o material contaminado como el suelo, el cuenco de comida o incluso nuestros propios zapatos, y, en los cachorros, mediante la leche materna si la madre es portadora. Los objetos pueden contaminarse a través de nuestros zapatos por haber pisado una hez infectada, por otro perro contagiado o por el contacto con excretas de roedores La parvoriosis canina suele tardar entre tres y cuatro días en manifestarse y sus síntomas pueden ser distintos en función del sistema afectado.
Para saber si tu perro tiene parvovirus, deberás prestar especial atención a los síntomas:
Fiebre (es el primer síntoma)
Decaída del ánimo/Depresión
Dificultad para respirar, debilidad y excesivos jadeos
Aislamiento
Falta de apetito/Anorexia
Vómitos espumosos
Diarrea sanguinolenta con olor fuerte
Deshidratación provocada por los vómitos y diarrea
Cuando el parvo ataca al músculo cardíaco, a los síntomas anteriores se suman la disnea, arqueo del cuerpo y, en cachorros o casos muy graves, miocarditis. El parvovirus en forma cardíaca en cachorros suele acabar con muerte súbita por el débil sistema inmunológico del animal.
Si tu perro o cachorro presenta alguno de los síntomas anteriores, no dudes en llevarlo al veterinario para que lo analice y diagnostique la enfermedad. Una vez detectado el parvovirus, el tratamiento debe iniciarse inmediatamente. Debido a su reciente descubrimiento, no existen medicamentos específicos para tratar la enfermedad. De manera que, los veterinarios suelen basar el tratamiento en combatir la deshidratación, el desequilibrio electrolítico, y controlar los vómitos y diarreas para prevenir que la infección aumente. Hasta que no esté totalmente curado, tu mascota no puede estar en contacto con otros perros.
Peritonitis Infecciosa Felina (PIF)
Es una enfermedad viral de los gatos que puede darse en todo el mundo. Es compleja y a menudo devastadora, pues pocos gatos sobreviven a ella.
El PIF es resultado de una infección con un virus de la familia de los coronavirus, llamado FCoV (feline coronavirus). Este virus, que es muy ubicuo entre la población felina, no suele provocar síntomas graves en los gatos. Sin embargo, en un pequeño porcentaje, provoca la grave enfermedad conocida como PIF. Es por ello que suele realizarse una distinción entre FECV (virus inductor de enteritis, el que no produce PIF) y FIPV (virus inductor de PIF), es decir, se considera que existen tipos avirulentos, que no provocan enfermedad, y tipos de virus virulentos, que si la producen. El virus FECV es endémico, es decir, afecta a muchisimos gatos, se cree que más de la cuarta parte de los gatos mascota son infectados y hasta un 75% en criaderos. Sin embargo, el PIF es una enfermedad muy rara, que afecta principalmente a gatitos jóvenes (aunque puede afectar tambien a adultos) y parece que los gatos de raza están más predispuestos a sufrir la enfermedad. Un gato puede dar positivo a una prueba para detectar FCoV y no sabremos si el gato tiene PIF o no lo tiene (sólo tiene el virus avirulento). En el post que puse anteriormente, se muestran muchos de los esfuerzos que se han llevado a cabo para intentar saber que hace que un virus que no provoca enfermedad, el FECV, pueda convertirse en uno letal, el FIPV. Parece ser que la propia genética del gato, si es propenso o no, también influye en el desarrollo del PIF, y por ello los gatos de raza parecen estar más desprotegidos.
El PIF en si mismo no se transmite, sino que lo hace el virus FECV. Este virus es muy contagioso, y la vía de contagio es fecal-oral. El reservorio del animal es el intestino, donde el virus se multiplica y el gato expulsa virus con las heces, lo que favorece la dispersión. Pero como ya hemos dicho, normalmente los gatos infectados con FECV apenas tienen sintomatología. Es en las pocas ocasiones en que el virus FECV se transforma en FIPV en un gato propenso a la enfermedad cuando el animal enferma. Por tanto, la mera exposición al FECV no transmite el PIF, sino que es un proceso complejo. El stress, malos cuidados, la presencia de otros virus… son factores que parece que tambien favorecen la aparición del PIF en un gato infectado.
Filariosis canina
También se conoce como la enfermedad del gusano en el corazón. Es la enfermedad que da nombre a la infección del parásito filaria en perros.
Se contagia mediante la picadura de un mosquito, el cual debe haber picado previamente a un perro infectado con esta enfermedad. Cuando el mosquito pica a un perro enfermo, absorbe las larvas de esta enfermedad, de forma que cuando vuelve a picar a otro perro, también le contagia las lavas de filaria.
Las lavas de filaría circulan por la sangre de los perros infectados, y las que se desarrollan lo hacen en el corazón de nuestro perro, donde se convierten en gusanos adultos que se alimentan de los nutrientes que absorben de nuestro perro. Los gusanos adultos pueden llegar a medir varios centímetros de largo, invadiendo parte del pulmón y dañando también el hígado.
Cuando podamos observar los síntomas en nuestros perros habrá transcurrido ya demasiado tiempo, por lo que seguramente nuestro perro tendrá una infección importante de Filariosis. Los síntomas aparecen tarde y además pueden ser mal interpretados, por lo que seguramente la infección de parásitos esté ya ampliamente propagada en nuestro perro.
Los síntomas más habituales son:
Tos suave y crónica
Aceleración de la respiración
Cansancio y tristeza general
En ocasiones falta de apetito
Ataques durante la realización de ejercicio
Dependiendo de cuando detectemos la enfermedad en el perro, podremos curarla con un tratamiento a base de medicinas o por el contrario habrá que operarlo. Si nuestro perro solo esta infectado con larvas, es muy probable que mediante un tratamiento proporcionado por nuestro veterinario, a base de dos inyecciones y unas pastillas, podamos curarlo. Si nuestro perro esta en un estado avanzado de infección, es probable que ya tenga gusanos adultos en su corazón, por lo que habría que operarlo para extraerlos. Una vez operado, también habría que seguir un tratamiento médico para eliminar el resto de larvas. Tanto si solo precisa un tratamiento como si hay que operarlo, durante el tiempo que se le suministren medicamentos debemos procurarle un reposo casi absoluto. Mientras las larvas mueren a causa de las medicinas, es posible que nuestro perro sufra algún colapso en su torrente sanguíneo, por lo que debemos evitar cualquier tipo de ejercicio hasta que esté completamente recuperado.
Prevenirlas es muy sencillo, simplemente debemos llevar a nuestro perro al veterinario para que son un sencillo análisis de sangre nos diga si nuestro está sano o infectado. Si está sano, simplemente debemos darle una pastilla al mes que hace las funciones de antiparasitarios. Evitando así que nuestro perro contraiga la enfermedad. Los mosquitos que transmiten este parásito viven normalmente en zonas húmedas con climas templados o cálidos. Un río cercano, pantanos o lagos pueden ser un foco de infección.
Gripe felina
Los gatos son propensos a las infecciones en el tracto respiratorio superior, siendo una de ellas la comunmente llamada gripe felina. No se contagia a los seres humanos.
Los dos virus más comunes, y responsables de casi el 90 % de todas las infecciones son: el calicivirus felino (FCV) y el herpesvirus felino (FHV). Con menor frecuencia, las bacterias también pueden estar detrás de una infección general y las dos cepas bacterianas más comunes son:Bordetella bronchiseptica y Chlamydophila felis. En la mayoría de países, el protocolo de vacunación estándar proporciona inmunidad contra estas dos causas virales comunes.
Los gatos se infectan mediante el contacto con otros gatos que están infectados de forma activa o con gatos que son "portadores" invisibles del virus. Desafortunadamente, debido a la naturaleza de la enfermedad, una vez que el gato esté infectado, se convierte en "portador". Esto significa que puede diseminar partículas víricas (o con menor frecuencia bacterianas) y contagiar la enfermedad, aunque no haya mostrado ningún síntoma clínico. Todavía se desconoce el periodo exacto durante el cual puede albergar este estado de "portador", pero puede durar entre semanas y años. La infección también puede tener lugar mediante el contacto con objetos que han estado expuestos a la infección, p. ej. manos que no se han lavado debidamente o zapatos que no se han limpiado. Por lo tanto, la higiene es vital para prevenir el contagio de la enfermedad.
Los síntomas clínicos de una gripe felina pueden aparecer de repente o persistir durante un largo periodo de tiempo. Asimismo, pueden experimentar altibajos en función del estado de inmunidad del gato, el nivel de estrés que tenga y el grado de contacto con otros gatos. Los síntomas clásicos de esta enfermedad incluyen:
Fiebre
Estornudos
Secreción nasal
Conjuntivitis
Pérdida de apetito
Úlceras en la boca
Tos
Si detectas uno de estos síntomas en tu gato, es muy importante que lo aísles de los otros gatos y que pidas una cita con tu veterinario cuanto antes.
Leishmaniosis canina
La leishmaniosis es una enfermedad infecciosa causada por un parásito llamado Leishmania infantum.
Nuestros perros se contagian a través de la picadura del flebotomo, quién lo propaga de un animal a otro en su aparato bucal. Cuando el flebotomo ingiere sangre de un perro infectado se “carga” de parásitos y los transmite a un nuevo huésped cuando le pica. A través del torrente sanguíneo llega a las células causando daños en los tejidos afectados.
¿Qué son los flebotomos?
Son insectos parecidos a los mosquitos con un cuerpo de amarillento de unos 2-3mm de longitud recubiertos de pelo
Las hembras se alimentan de sangre de perros y otros mamíferos como gatos, aves e incluso personas
Vuelan preferentemente durante el atardecer y el amanecer
Su presencia es más abundante en los meses cálidos, es decir, desde mayo hasta octubre
En junio/julio y en septiembre/octubre hay mayor actividad de flebotomos así que aumenta el riesgo de transmisión de la leishmaniosis.
No todos los perros infectados con leishmania van a desarrollar la enfermedad ni todos los que la desarrollan tienen las mismas lesiones: algunos perros infectados no lo demuestran nunca, otros tiene lesiones que no afectan órganos vitales y otros llegan a padecer problemas graves en su organismo que pueden ser fatales. La variedad de síntomas es tan grande como órganos pueden verse afectados, es decir, innumerable. Entre las lesiones más frecuentes encontramos:
Lesiones de piel
Alteraciones oculares
Cojeras
Inflamación de ganglios linfáticos
Problemas digestivos
Hemorragia nasal
Adelgazamiento
Problemas orgánicos graves si se ven afectados órganos vitales como el hígado o los riñones.
Otitis canina
Una otitis canina es una inflamación del oído, ya sea a nivel interno (parte no visible), medio (parte interna visible) o externo (parte externa de la oreja).Puede afectar a una de estas partes o incluso a todas, a un solo oído o a ambos. No obstante, la más común en los perros es la otitis externa, la cual es la inflamación del epitelio de revestimiento del conducto auditivo. El epitelio auditivo es el encargado de reproducir las ondas sonoras.
Para saber si tu perro tiene otitis canina deberás fijarte muy bien en los síntomas:
Sacudidas frecuentes de la cabeza y rascado de las orejas
Si la infección solo ocurre en un oído, el perro girará la cabeza hacia el lado dañado o, en caso de perros con las orejas rectas hacia arriba, bajará la oreja afectada
Aumento de cerumen Secreción de color amarillenta, marrón o negra
Enrojecimiento del oído
Fuerte olor a rancio en otitis ceruminosas o a putrefacto en otitis caninas graves
Aparición de pus
Cambios de comportamiento hacia una conducta agresiva, provocados por el dolor
Pérdida de la audición en otitis graves
Si notas que tu perro presenta alguno de estos síntomas, no dudes en llevarlo al veterinario de inmediato. El veterinario diagnosticará la otitis canina y recetará el tratamiento más adecuado para curarla. En general, todos los tratamientos han de seguir los mismos pasos y, lo primero que hará el veterinario será una limpieza del oído de tu mascota. Se puede utilizar una solución de lavado compuesta por ceruminolíticos si la membrana timpática está intacta, o por antisépticos o limpiadores secantes si existe sangre en la inflamación de la membrana. Una vez hecha la limpieza del oído, el veterinario recetará unas gotas para el oído, específicas para el tipo de otitis que sufra tu perro. Deberás aplicárselas tú mismo todos los días, durante un periodo determinado. Antes de ponerle las gotas a tu perro, tendrás que limpiarle el oído utilizando la solución de lavado que te indique el veterinario, masajeando suavemente el oído de tu perro durante medio minuto mientras realizas el lavado, y secando lo mejor posible el oído para evitar que el agua y la solución se queden dentro. Para otitis caninas graves se recomienda el uso de antibióticos, que puede ser oral o mediante inyección, y mantener el tratamiento una semana más tras la curación de la otitis canina. Solo se requerirá de intervención quirúrgica en casos de tumor o en los que la otitis se multiplica de forma abundante y rápida.
Piometra
Es la presencia de pus en el útero. Es una enfermedad que afecta principalmente a perras mayores de 7 años, no ovariectomizadas (no esterilizadas), aunque se puede dar en otras situaciones.
No se conoce el mecanismo original de la enfermedad pero sí se sabe que la piometra corresponde a una infección bacteriana secundaria a alguna alteración metabólica de la Progesterona, a nivel uterino. Ésta es una de las variadas consecuencias que puede tener el uso de Anticonceptivos en perras. Los microorganismos (bacterias) actúan como un factor secundario en el período en que la progesterona está elevada en sangre. La progesterona disminuye la contractibilidad y los mecanismos de defensa del útero. El uso de Progestágenos y de Estrógenos favorece la producción de piometra.
En un 90% de los casos hay fiebre y flujo vaginal purulento. En un 50% hay decaimiento o depresión y anorexia. Y en un 25% hay presencia de vómitos y poliuria-polidipsia (toman mucha agua y orinan demasiado). Puede evolucionar a una Insuficiencia Renal Aguda, por inflamación a nivel renal en perritas con edad elevada, una disminución de la llegada de sangre al riñón por deshidratación, por el tipo de bacterias que tiene afinidad por el riñón (E. coli) y por depósito de complejos antigénicos bacterianos de origen uterino. Esto implica un serio riesgo vital. También se dan casos de Peritonitis y/o de Septicemia, a consecuencia de la misma infección.
En la mayoría de los casos el diagnóstico de Piometra puede hacerse mediante un buen examen clínico. Si no es suficiente, se pueden llevar a cabo ecografías y/o radiografías o un frotis vaginal para confirmar el diagnóstico. Los exámenes sanguíneos permiten establecer la gravedad y pronóstico, dadas las posibles complicaciones del caso. Una Piometra se considera una Urgencia. Esto debido a la rápida evolución hacia una Insuficiencia Renal Aguda.
El tratamiento de elección es la Ovariohisterectomía, vale decir, sacar útero y ovario. Además, requiere tratamiento de soporte y manejo de la infección sistémica con antibióticos, además de terapia paliativa para los signos que hayan aparecido (vómitos, diarrea, dolor, fiebre, etc.). El tratamiento sólo en base a antibióticos sistémicos es de muy baja efectividad, principalmente dado porque en la mayoría de los casos se detecta la enfermedad cuando aparecen los signos arriba mencionados, lo cual implica que el nivel de infección ya es avanzado. ¿Hay forma de prevenirla? La única forma 100% efectiva de prevención de la Piometra es la Ovariohisterectomía (esterilización completa) temprana.
Tipos de sarna en perros
La sarna es una infección dermatológica causada por ectoparásitos, concretamente por ácaros. Según el tipo de ácaro que provoque esta patología tendremos un tipo de sarna u otro y, por tanto, un tratamiento específico. Cuando a nuestro perro lo infectan estos ácaros, se alojan en su piel y pelaje. Rápidamente comienzan a alimentarse de la piel, el sebo y la queratina, proliferando a gran velocidad. Debido a esta infección en la piel, el perro sufre un gran picor que le lleva a rascarse y frotarse contra casi todo hasta provocarse heridas.
Es muy importante la detección temprana de los síntomas, ya que así evitaremos el contagio a otras mascotas y la gravedad del caso en particular. Los ácaros son ectoparásitos microscópicos, como pequeñas arañas, que se encuentran en animales y plantas formando parte de un ecosistema normal. Existen muchos tipos distintos y cada tipo puede producir diferentes enfermedades y problemas en algunos animales. Debemos tener muy presente que la sarna es perfectamente tratable, aunque muy molesta y engorrosa para quien la padece, pero si no se lleva a cabo un tratamiento adecuado se pueden dar infecciones y producirse enfermedades secundarias e incluso la muerte del animal. A continuación, exponemos una clasificación de los tipos de sarna más comunes en cánidos:
Sarna Demodécica: Se trata de una de las sarnas más comunes en perros. También es conocida como sarna roja, sarna demodéctica o demodicosis y es producida por el ácaro Demodex canis. Este ácaro vive de forma normal en la piel de nuestro perro, pero cuando las defensas bajan mucho este ácaro se reproduce descontroladamente y desarrolla la enfermedad. Se da muy frecuentemente en perros con el sistema inmunológico deprimido, es decir, con las defensas muy bajas. Además, otra de las formas más comunes en la que aparece este tipo de sarna es durante el parto; cuando la madre da a luz se la pasa a los cachorros. A veces si es muy leve, el problema puede remitirse solo con una recuperación de las defensas del animal a base de una buena alimentación. Existen varios tipos de sarna demodécica:
- Sarna demodécica localizada: Suele presentarse principalmente en la cabeza, sobre todo en la cara y las orejas. Esta sarna localizada es más frecuente en cachorros menores de un año y generalmente desaparecerá sola al cabo de poco tiempo. Los primeros síntomas son la pérdida de pelo alrededor de los ojos y la boca. Si se da en otras partes del cuerpo, aparecerán calvas en las patas, los pies y el lomo pudiendo alcanzar los tres centímetros de diámetro.
- Sarna demodécica generalizada: Este nivel de sarna demodécica puede empezar a considerarse cuando se dan cinco o más calvas en el cuerpo del perro afectado. Además, pueden darse áreas grandes completamente sin pelo.
- Pododermatitis demodécica: Se trata de la forma más resistente de la sarna demodécica, difícil de diagnosticar y de tratar. Aparece únicamente en las patas y siempre conlleva infecciones bacterianas, las cuales desprenden un desagradable olor.
Sarna Sarcóptica: Es la sarna más común en perros, más aún que la demodécica y de hecho también se la conoce como sarna canina. El ácaro que la produce se llama Sarcoptes scabiei y, por ello, también se identifica este tipo de sarna como escabiosis. Este ácaro se reproduce a gran velocidad y no forma parte del entorno de la piel de nuestro perro. Es altamente contagiosa, su contagio se da por contacto y también puede afectar a humanos. Por ello debemos manejar a los animales infestados con guantes de látex. Los síntomas suelen empezar a mostrarse tras una semana del contagio. Esta sarna es la que produce una mayor comezón desenfrenada, lo que nos puede llevar a pensar en un principio de forma errónea que se trata de una infestación de pulgas. Lo ideal es detectarla cuanto antes para evitar que se extienda y agrave, ya que entonces será más resistente al tratamiento.
Sarna Otodéctica: Esta sarna la produce el ácaro Otodectes cynotis y es más común en gatos que en perros. Se contagia por contacto y afecta a las orejas y los oídos de nuestras mascotas. Además de los signos clínicos habituales en la sarna, esta acaba produciendo otitis secundaria al animal. Estos ácaros son visibles dentro del oído y si observamos detenidamente vemos unos puntos blancos en movimiento.
Sarna Cheyletiella: También es conocida como queiletielosis o caspa caminante. Esta sarna es producida por el ácaro Cheyletiella spp. Aunque es más común en gatos, es altamente contagiosa entre perros y especialmente en cachorros. Puede transmitirse a humanos produciendo un sarpullido rojo e irregular.
Sarna Pneumonyssoides: El ácaro responsable se llama Pneumonyssoides caninum y se da en la nariz de los perros y otros carnívoros. No es muy frecuente y normalmente no causa síntomas graves. En caso de infecciones masivas puede provocar estornudos crónicos, hemorragias nasales y secreciones nasales. Se transmite de un perro a otro por contacto de la nariz.
Existen varias formas de contagio que pueden llevar a que nuestro can contraiga sarna. Por ejemplo, cuando se da una bajada de defensas importante los ácaros habituales en la piel de los perros aprovechan la oportunidad y se extienden descontroladamente. Otra forma es durante el parto y la lactancia de los cachorros en caso de que la madre esté infestada. Finalmente, el contagio por contacto en cualquier ejemplar canino es el que solemos ver más a menudo. En caso de que el animal esté sano y fuerte, las probabilidades de contraer esta patología son menores, pero sí la veremos presente muy frecuentemente en individuos ya enfermos y desnutridos con las defensas bajas. El contacto puede darse entre perros o bien con los objetos y los lugares infestados de ácaros donde haya estado un animal con esta enfermedad parasitaria. Hay factores que hacen que nuestra mascota sea más propensa a contraer sarna, por ejemplo la falta de higiene, un entorno insalubre, salud pobre que conlleva unas defensas bajas, malnutrición, contacto constante con muchos perros en el exterior, entre otros. En el caso de la sarna demodécica existe más propensión en ejemplares de pelo corto y en algunas razas como los beagle, dálmata, teckel, dobermann, bóxer, dogos, bulldog, pointer, shar pei y terriers.
Para detectar la sarna debemos fijarnos en varios síntomas que se presentan, que por suerte, son síntomas bastante específicos de este tipo de afección cutánea y en seguida llaman nuestra atención. Los síntomas más comunes son:
Picor y ardor de la piel
Enrojecimiento e inflamación de la piel
Rascado constante
Frotado contra objetos y el suelo en busca de alivio
Dejan de comer (anorexia)
Gran pérdida de peso
Pérdida y debilitación del pelo con zonas completamente sin pelaje
Erupciones en la piel (manchas rojas)
Escamas cutáneas
Heridas y llagas en la piel
Mal olor de la piel
Piel seca, costrosa y gruesa en las fases más avanzadas de la sarna.
Tos seca
La tos seca es el principal síntoma de esta enfermedad canina de carácter vírico.
La mejor forma de prevenirla, es la vacunación del perro a los seis meses de edad. Además, la revacunación anual es fundamental para mantener a raya la tos de las perreras, sobre todo, en perros que acuden a residencias caninas o están en contacto con muchos perros de manera habitual.
El curioso nombre de la enfermedad llamada tos de las perreras proviene del hecho de que los centros de adopción de animales, donde se concentran un gran número de canes, es el caldo de cultivo ideal para contraer esta tos. Esta dolencia se puede equiparar en personas a un catarro o una gripe, aunque no es del todo igual. La tos seca e intensa es el principal síntoma de esta enfermedad canina. La expectoración que experimenta el perro es tan intensa que puede expulsar espuma blanca por la boca y vomitar de manera esporádica.
La tos de las perreras puede presentarse con síntomas leves; sin fiebre o con tos moderada. En estos casos, la enfermedad remite sin necesidad de tratamiento. Sin embargo, en otras ocasiones el perro tiene fiebre y cúmulo de flemas color verdoso, además de una persistente tos seca. Frente a este cuadro clínico, el veterinario tiene que aplicar un tratamiento que ayude a que los síntomas remitan.
Determinadas pautas por parte de los dueños del perro que padece tos de las perreras ayudan a que el can se recupere de la enfermedad:
Evitar fumar en casa ayuda a que el perro no tenga la garganta irritada y le provoque más tos.
Respirar vapor con esencia de eucalipto o menta también alivia las molestias provocadas por la tos en el can. La manera de hacerlo es colocar una cazuela con agua muy caliente con esencias de estas hierbas. El vapor que emana de la cazuela en el lugar donde el perro suele dormir ayudará a calmar su tos.
El ejercicio físico no es recomendable para un perro que sufre tos de las perreras. "El aire que atraviesa rápido la garganta a causa de la respiración acelerada, consecuencia del ejercicio físico, irritará las vías respiratorias y provocará más tos en el perro", explica Sagarzazu.
El collar en el cuello del perro a la hora del paseo también puede provocar irritación en la garganta del perro. Un truco para aliviar las molestias que puede causar es sustituirlo por un arnés o por un pañuelo sujeto al cuello, donde poder enganchar la correa del can.
El perro se puede bañar mientras está convaleciente de la tos de las perreras, pero es fundamental secarlo muy bien. En caso de que se moje con la lluvia también se debe eliminar muy bien la humedad del pelaje del can.